El 18 de mayo de
1913, Tomás Funes, humilde comerciante de Río
Chico, a quien el Gobierno de Cipriano Castro había premiado con un cargo
público de poca monta en Ciudad Bolívar, se convirtió de la noche a la mañana
en un caudillo feroz y sanguinario, dueño y señor del Territorio Federal
Amazonas.
Ciudad Bolívar había resultado poca cosa para las ambiciones del barloventeño,
de manera que un buen día llegó a San Fernando de Atabapo y se hizo uno de los
comerciantes fuertes del lugar aprovechando
el floreciente comercio de productos forestales como el caucho, de gran
demanda en el exterior por los puertos siempre alegres de Ciudad Bolívar.
Pero a San Fernando de Atabapo llegó un Gobernador gomecista de nombre
Roberto Pulido que se aprovechaba del poder para hacer y deshacer en la comarca
tratando siempre que le quedara la mejor tajada en el tráfico y en el impuesto
de los productos naturales que se explotaban en la selva.
Los comerciantes y explotadores de los productos forestales no
resistieron los gravámenes que tenían que pagar en oro en el propio San
Fernando, de manera que armaron una conspiración para liquidar al gobernante y a quienes lo secundaban en los negocios
desleales que los estaban llevando a la quiebra. Funes, quien era uno de los perjudicados por
los abusos y atropellos del Gobernador Pulido y Compañía, capitalizó y se hizo
cabeza del movimiento.
Una noche, 18 de mayo de 1913,
irrumpió en la Casa de Gobierno y desató
una verdadera masacre que duró ocho horas aproximadamente. Después de aquella carnicería de la que
todavía se habla con horror a lo largo y ancho del Orinoco, implantó una tiranía de ocho años, al cabo de
los cuales fue vencido por el general Emilio Arévalo Cedeño. En enero de 1921, Arévalo Cedeño con 193
hombres sometió a Funes y a su lugarteniente Luciano López. Ambos y muchos otros fueron ejecutados tres
días después al pie de un frondoso árbol de sarrapia. Amazonas desde entonces y a pesar de Gómez
volvió a ser libre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario