miércoles, 7 de octubre de 2020

MUERTE DEL OBISPO DE GUAYANA MONSEÑOR MEJÍA

8 de Octubre de 1947. Fallecimiento de Monseñor Miguel Antonio Mejía, noveno Obispo de la Diócesis de Guayana. Había nacido el primero de junio de 1877 en el pueblo de Mendoza, Estado Trujillo. Estudió bachillerato en el Colegio “Sagrado Corazón de Jesús”, de la Grita, y luego en los Seminarios de Mérida y Curazao. Fue Ordenado Sacerdote el 13 de octubre de 1901 y tres años después recibió en la Universidad de los Andes, el título de Doctor de teología. Su destino inmediato como simple pastor de almas fue Betijoque y Valera, donde prestó servicios como párroco, educador y periodista hasta alcanzar, primero, la condición de Vicario y luego de Obispo. Fundó en 1905 el Colegio Santo Tomas de Aquino que dirigió durante dieciocho años al igual que las revistas El Caudillo y El Mensajero Católico. La transferencia de Monseñor Sixto Sosa a la diócesis de Cumana produjo un vacío en la Guayana que el Congreso Nacional se apresuró a llenar el 9 de junio de 1923 designando al prelado trujillano Miguel Antonio Mejía, quien fue preconizado por Su Santidad el Papa Pío XI, diez días después. La Consagración de Monseñor Mejía, en la Catedral de Caracas, 21 de octubre del mismo año, estuvo a cargo de Monseñor Felipe Cortesi, quien antes, 17 de diciembre de 1922, se erigió en el Primer Nuncio Apostólico que visitó a Ciudad Bolívar. La Diócesis de Ciudad Bolívar abarcaba los territorios de los Estados Bolívar (sede), Anzoátegui, Monagas y el Territorio Federal Amazonas, excepto la parte comprendida en el Vicariato de la Misión del Caroní. El Prelado se posesionó de la Diócesis acompañado de sus paisanos presbíteros doctor Dámaso Cardoso y Rafael María Villasmil. Al primero lo nombró Cura del Sagrario de la Catedral y el segundo Cura de la Iglesia de Santa Ana.(AF)

martes, 6 de octubre de 2020

PRIMERA SUBLEVASIÓN DE LOS CARIBES EN GUAYANA

7 de Octubre de 1648. Al mando del cacique Quira-uera los Caribes se sublevaron contra un poblado misionero en la zona de los raudales de Ature que era una avanzada de extensión de Santo Tomás de la Guayana dispuesta desde Santa Fe de Bogotá por el Arzobispado y el Presidente de la Real Audiencia Francisco Castillo de la Concha. Los Caribes incendiaron el poblado y asesinaron a mansalva a los frailes jesuitas Fiol, Beck y Teobast. Sólo pudo escapar el fraile Julián de Vergara, Procurador de la expedición. Un quinto que formaba parte del grupo, el reverendo Radiel se había ahogado a fines de agosto de ese año. Dice el historiador Bartolomé Tavera Acosta en sus “Anales de Guayana” que para esos días habían logrado establecer los religiosos una casa fuerte en Carichana, de la cual fue jefe el capitán Tiburcio de Medina, con una dotación de 12 soldados, que servían a la vez de escolta a los misioneros. Fueron capellanes de ese fuerte: primero el Rvdo. Francisco Urbiena y luego, el Rvdo. Carlos Pinigati, quienes fallecieron a los pocos meses de residencia. Con la muerte de estos frailes quedó el capitán Medina con sus soldados hasta 1690 en que desguarnecieron aquel fuerte. A fines del año siguiente regresó el dicho capitán escoltando a los Reverendos Alonso de Neira, José Cobarte, Vicente Loberto y José de Silva, quienes se dieron a reedificar los destruidos pueblos fundados de Carichana, Sinaruco y San Lorenzo. Dos años no completos tenían esos frailes en aquellas regiones, trabajando heroicamente por tener mayor número de indios posible bajo su dirección, cuando el 7 de febrero de 1693 ocurrió la segunda sublevación de los Caribes, al mando del mismo Quira-uera. (AF)