8 de mayo de 1993. “El Progreso” como reminiscencia inconsciente de aquel otro
homólogo de mediados del siglo diecinueve, apareció el 8 de mayo de 1993 en
formato tabloide de 24 páginas y con el lema “La verdad primero”. Ese día de San Acacio, con la colaboración de
varios periodistas, entre los cuales destacaba Rosendo Magallanes, como un
verdadero alter ego, Carlos Mejías se
lanzaba al ruedo de una nueva empresa que en vez de aulas limitadas por muros
adoptaba el espacio abierto e infinito de la calle como cátedra para la
información y la discusión de las ideas.
El
matutino despegaba desde un viejo inmueble de la Calle Zea, impreso en una
rotativa de segunda mano que Carlos Mejías adquirió en los Estados Unidos junto
con el primer equipo digital que la industria gráfica establecía en la
provincia. El tiraje inicial fue de ocho
mil ejemplares que luego la demanda estabilizó en tres mil hasta que el estilo
noticioso y localista del periódico le fue imprimiendo un impulso ascendente. En 1995, “El Progreso” había alcanzado un
tiraje de 20 mil ejemplares y en la actualidad bordea los 32 mil con un ocho
por ciento de devolución.
Y en la medida que se ha venido
incrementando el tiraje, en esa misma medida ha crecido el número de páginas
que en la actualidad es de 32 y de 48 en el futuro inmediato, vale decir, tan pronto se concluya el proceso de
reestructuración de la Editorial “Huyapari”, virtualmente a
la vanguardia de las nuevas tecnologías de impresión. Pronto entrará en operación
un CTP, sistema digital que cumplirá el proceso de fotomecánica, fluidamente
desde la diagramación en el computador hasta el revelado automático de las
planchas.
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