lunes, 11 de marzo de 2013

Por quema de Judas Guayana a punto de guerra


12 de abril de 1868 (Domingo de Resurrección y quema de Judas).  Los ánimos del sectarismo político regional enardecieron en Ciudad Bolívar en torno a la disputa por un Judas con bandera azul y un cartel que decía: “Guayana Impasible”.
            “Guayana Impasible” se llamaba  la columna periodística de  Agustín Contasti que defendía la llamada Revolución de los Azules, contraria a la Sociedad Liberal que arropaba a los liberales de la divisa amarilla, liderada por Simón Briceño, Comandante de Armas de la Provincia.
            Pues bien, los amarillos, para mofarse de los azules, concibieron un Judas para su quema el domingo 12, vestido de azul y con el letrero “Guayana Impasible”, lo cual molestó de forma tal a los azules que reaccionaron y pidieron al Presidente del Estado Juan Bautista Dalla Costa interviniese para evitar males mayores. Así ocurrió.
             “¡Ese Judas no se quemará!” prorrumpió enérgico Dalla Costa frente a los empleados nacionales de la Aduana encabezados por su Administrador el general José María García Gómez, resistidos a acatar la advertencia lanzada por el magistrado regional en aras de la tranquilidad pública.
            “¡Ese Judas no se quemará!”, exclamó vital una vez más el Presidente Dalla Costa y fue suficiente para que Adriano Regino Alcalá,  apoyado en los hombres del general Agustín Contasti, por cuya brecha periodística parecía derrumbarse la tranquilidad ciudadana, salvara al Judas de su patibulario destino lanzándolo al río para que el monigote flotase como los mogotes de invierno ante la mirada confundida de la muchachada azarosa.
            Los amarillos y los azules se habían declarado la guerra y en vez de la cohetería criolla, tronaban los disparos de revólveres y escopetas. El Obispo de la Diócesis, José Manuel Arroyo y Niño, intervino junto con el general José Alcalá y José Tomás Machado en el conflicto de odios y tensiones faccionales. De un lado los seguidores de Juan Bautista Dalla Costa y, del otro, la Sociedad Liberal apoyada en el Jefe de Armas Simón Briceño y del Administrador de la Aduana García Gómez.
            En la casa de Juan Bautista Dalla Costa, situada en la entonces calle del Gobierno, hoy calle Constitución, se reunieron 400 civiles, todos armados, dispuestos a dar la batalla, pero era Domingo de Resurrección. Cristo de nuevo estaba vivo y a través del Obispo se hizo sentir su palabra de paz que todos acataron.
            

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