Dice
el historiador Bartolomé Tavera Acosta en sus “Anales de Guayana” que para esos
días habían logrado establecer los religiosos una casa fuerte en Carichana, de
la cual fue jefe el capitán Tiburcio de Medina, con una dotación de 12
soldados, que servían a la vez de escolta a los misioneros. Fueron capellanes de ese fuerte: primero el
Rvdo. Francisco Urbiena y luego, el Rvdo. Carlos Pinigati, quienes fallecieron
a los pocos meses de residencia. Con
la muerte de estos frailes quedó el capitán Medina con sus soldados hasta 1690
en que desguarnecieron aquel fuerte. A
fines del año siguiente regresó el dicho capitán escoltando a los Reverendos
Alonso de Neira, José Cobarte, Vicente Loberto y José de Silva, quienes se
dieron a reedificar los destruidos pueblos fundados de Carichana, Sinaruco y
San Lorenzo.
Dos
años no completos tenían esos frailes en aquellas regiones, trabajando
heroicamente por tener mayor número de indios posible bajo su dirección, cuando
el 7 de febrero de 1693 ocurrió la segunda sublevación de los caribes, al mando
del mismo Quira-uera.
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