13 de octubre. De 1926. Nadie sabe por donde entró el Profeta Enoc a
Guayana. Lo cierto es que las primeras
noticias de su presencia en tierras del Orinoco vinieron de La Paragua y
aparecieron en el diario El Luchador de Ciudad Bolívar a mediados de octubre de 1926.
Informaban
que se trataba del mismo hombre que estuvo en Managua profetizando cosas
espantosas, entre ellas, el juicio final. Los discursos los comenzaba con los
primeros cuatro versículos del Capítulo 30 del Evangelio de San Lucas. Se
trataba de un hombre de piel morena, ni gordo ni flaco, melena negra lacia, que
se alimentaba de frutas y no aceptaba dinero ni hospedaje, prefiriendo acampar
bajo un toldillo.
El Profeta,
calzado de sandalias que parecían no poder desgastar los interminables caminos,
estaba tan de pronto en un lugar como en otro sin importarle la distancia ni
exhibir cansancio, sino, por el contrario, siempre se veía reposado, vital y
seguro de sí mismo.
Por una
carta de Cruz Lina de Matías, dirigida a don Jorge Suegart, se supo que el día
3 de octubre, a las 8:30 de la mañana, el Profeta se hallaba en Santa Cruz del
Orinoco predicando en una esquina. La carta publicada en El Luchador dice que
entonces el Profeta Enoc vaticinó la segunda venida del Salvador y dijo que
sólo le faltaban cinco meses y medio para terminar de recorrer el mundo a pie,
al cabo de los cuales se encontraría en Roma con el Profeta Elías para persuadir al
anticristo.
Pero el
anticristo que, según el Apocalipsis, habrá de aparecer poco antes del fin del
mundo para llenar la tierra de crímenes, no se dejaría persuadir sino que iracundo
los mandaría a descuartizar. El Profeta Enoc estaba consciente de ello, pero
por inspiración divina sostenía que al cabo del tercer día de muerto
despertaría para no morir jamás. Era sin duda una buena esperanza para su
jornada que en Guayana le tocaba cumplir en medio de un verano de sabanas
encendidas al cual las pocas lluvias no podían vencer.
El Profeta
dijo entonces que aquel verano resaltado por asfixiante humareda de sabanas
encendidas, era uno de los signos que comenzaban a presagiar la venida del
Salvador. Otros signos serían terremotos y ciclones y una gran guerra que
destruiría a Europa. Tan sólo la América quedaría en pie.
Se dice que este profeta anduvo por las tierras de El Manteco y por Guasipati en su transitar por Guayana, incluso se comenta que alguien le realizó un dibujo de su persona, ¿Será esto cierto?
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