miércoles, 21 de agosto de 2013

En isla desierta muere Obispo de Guayana

21 de agosto  de 1817.  Muere en la deltana isla La Guacamaya el Segundo Obispo de Guayana, José Ventura  Cabello.  Anciano y enfermo padeció el sitio militar durante cuatro meses, lo cual agravó sus sufrimientos y en ese estado fue obligado a abandonar Angostura en la noche del 16 al 17 de julio de 1817,  en la goleta  Dolores, pero la nave encalló en un banco de arena en la desembocadura del Orinoco y tanto el Obispo como los canónigos de la Catedral, Felipe Ávila, Pérez Hurtado, un religioso observante y otros pasajeros, terminaron refugiándose con la ayuda de una lancha en la cercana isla de la Guacamaya donde el anciano Prelado expiro.

            En la edición 9 del Correo del Orinoco (22 de agosto de 1818) se publica la siguiente nota en la última página: “Ayer 21 del corriente celebró el Señor Provisor Gobernador del Obispado con asistencia del Clero de esta Capital el aniversario fúnebre del Ilustrísimo Señor Obispo electo de esta Diócesis, Don José Ventura   Cabello, que falleció el 21 de agosto del año pasado en la isla desierta de la Guacamaya. Este venerable prelado natural de Cádiz, gobernó por algunos años el Obispado sin haberse podido consagrar por la dificultad que había en comunicar con la Santa Sede para impetrar las Bulas. Sin embargo nos será siempre grata la memoria de sus virtudes, de su caridad, y de los servicios que hizo a este país, de donde lo arrancaron con violencia los Jefes Españoles, sin atender a su enfermedad y a su ancianidad. Por desgracia el buque en que iba , quedo varado en la barra, y tuvo que transportarse con varios sacerdotes y algunos emigrados a la isla inmediata de la Guacamaya, en cuyo desierto agravándose sus males, falleció naturalmente en medio de sus amigos, que lo asistieron como un Padre, suministrándole los socorros y la humanidad de su religión. Se le dio allí mismo sepultura celebrándose el oficio funeral con toda decencia y solemnidad que permitían las circunstancias, y observándose cuanto previene para estos casos el Sínodo Municipal. Debemos estas noticias al Señor Provisor, actual Gobernador de este Obispado, que lo acompañaba, y en cuyos brazos exhaló su último  aliento. No tardarán en trasladarse sus venerables restos a esta Santa Iglesia Catedral.

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