martes, 9 de octubre de 2012

Semanario El Telégrafo

3 de septiembre de 1839.  Apareció “El Telégrafo”, semanario político alineado con el pensamiento liberal de los seguidores del viejo Juan Bautista Dalla Costa, comerciante veronés  radicado en Guayana desde los tiempos finales de la Colonia, pero que colaboró con la causa de los patriotas.
            El afloramiento de los partidos políticos: de un lado los Conservadores del gobierno de José Antonio Páez, representados en Angostura por el prócer militar Tomás de Heres y del otro, los liberales, liderados por Juan Bautista Dalla Costa, avivó la llama del periodismo en Guayana. De suerte que al calor del interés político, el vacío de tres decenios que se produjo con la extinción del Correo del Orinoco, vino a llenarlo El Telégrafo.
            El Telégrafo fue impreso en la segunda prensa establecida en Angostura luego de la The Washington Press, donde se editó entre 1819 y 1822 el hebdomadario de los patriotas. Fue adquirida por Lorenzo de Ayala y Hermanos, precisamente, a través de la firma comercial Juan Bautista Dalla Costa e hijos. Para operarla se contrató al joven tipógrafo italiano Pedro José Cristiano Vicentini, quien se radicó en Angostura desde el año 1839.
            La Prensa tipográfica totalmente dotada llegó a la Angostura del Orinoco, a fines de diciembre de 1838 y a los nueve meses siguientes, el 3 de septiembre de 1839, apareció, previo prospecto, la primera edición de cien ejemplares de El Telégrafo con el siguiente lema: “Periódico consagrado a los deseos del pueblo y con sólo el objeto de su exclusivo bien”. Daba cabida a toda información vinculada con el movimiento mercantil, marítimo-fluvial comercial, social, religioso, judicial y político. En lo político tenía una sola línea: combatir al gobierno que desde la Comandancia de Armas influenciaba el caudillo Tomás de Heres. Pero un periódico de provincia con una línea semejante era imposible que se sostuviera, pero los adversarios del Gobierno encontraron una forma de evadir los controles, y fue editando periódicos de vida efímera, pero cada vez con mayor vigor combativo. Así tenemos que de septiembre a diciembre de 1839 circularon, además de El Telégrafo, El Campanero y Cuatro contra tres. Este último sin eufemismo. Crudo y desafiante: “Esta es una publicación periódica que persigue un fin: destruir a Heres, acabar con un sistema que considera nefasto para toda la Provincia”.

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