16 de agosto de 1969. Retroceder en el tiempo para recrearse en la memoria impresa del propio periódico, hace posible esta crónica aproximada a hechos, trascendentes o no, que circundaron y dieron vida a su propio nacimiento y que refrescan la emoción del momento a quienes aún viven y vivieron el acontecer de ese diario que recoge en buena parte la historia de Guayana a partir del tercer período de la democracia.
El 16 de agosto de 1969, en la subida de la calle Dalla Costa, en una antigua y angosta casa de patio largo, nació El Expreso del vientre de la primera rotativa Offset llegada a Ciudad Bolívar para romper con el tradicional sistema de fundición en el que todavía continuaban imprimiéndose “El Luchador”, decano del diarismo, desaparecido en el 84 y “El Bolivarense” que para entonces tenía apenas doce años de fundado. Era una novedad aquella impresión casi litográfica accidentalmente inventada por Ira Rubel que ya perfeccionado recién había llegado a Venezuela con la propia timidez del desconocido.
El Expreso, bajo la dirección de J. M. Guzmán Gómez, periódico que había sumado sus ahorros a los de la familia para aquella empresa novedosa como difícil en un medio ya copado por la existencia de dos diarios que servían a una población global de 400 mil habitantes, nació iniciándose el tercer período constitucional de la democracia. Empezaba a mandar desde Miraflores el recién electo presidente Rafael Caldera y en el Estado Bolívar el doctor Carlos Eduardo Oxford-Arias, quien no pudo asistir a la inauguración de los talleres de Caingro, editora del nuevo diario, porque se hallaba en Caracas asistiendo a la XII Convención de Gobernadores.
El Expreso, un nombre inspirado en “El Expreso del Caroní”, semanario que editó Fernando Reyes Maita, ex corresponsal de El Nacional en Puerto Ordaz, arrancó con dos cuerpos de 12 páginas y el lema “Un gran diario para una gran región”. Costaba un real el ejemplar y su editorial titulado “Presente decimos” toma como frase principal el verso del poeta español Antonio Machado para abrir camino. Es el mismo verso utilizado por El Nacional en su mancheta: “Caminando no hay camino / se hace camino al andar” y que el cantante hispano Manuel Serrat popularizó por todo el continente.
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