miércoles, 20 de noviembre de 2013

La Octava estrella

20 de Noviembre de 1817. El Libertador dispuso adiciona una octava estrella en el tricolor nacional en representación de la provincia libre de Guayana.
Porque hasta 1817 el Pabellón Nacional sólo ostentaba o representaba las provincias de Caracas, Barcelona, Cumaná, Margarita, Barinas, Mérida y Trujillo, que en 1811 se declararon libres e independientes del Reino de España.
Como Guayana no formó parte de esa Confederación, quedó omitida en nuestra enseña Patria, pero está claro que no fue por indiferencia pues  el pronunciamiento del 19 de abril de 1810, obtuvo el respaldado de una Junta similar a la Junta Suprema de Caracas, y como allá  con Emparan, también en Angostura se depuso al Gobernador don José Felipe Iniciarte. Lamentablemente esa Junta angostureña fue depuesta más tarde  y los insurgentes encarcelados y enviados  a Puerto Rico.
Posteriormente vendrá la Campaña de Guayana que despoja a España de su antigua colonia  y por el valor que tiene para la Independencia esta provincia, donde definitivamente se restaura la República y se reúne el segundo Congreso Constituyente de Venezuela, Bolívar decreta el 20 de noviembre de 1817, que “A las siete estrellas que lleva la Bandera Nacional de Venezuela se añadirá una como emblema de la Provincia de Guayana, de modo que el número de las estrellas será en adelante el de ocho”.
Esta bandera con las ocho estrellas se enarbola en el Palacio de Gobierno y en la sede del Congreso de Angostura y nuestros ejércitos la flamean  hasta que el Congreso de Cúcuta adopta una bandera propia de la Gran Colombia, que era la misma de Venezuela pero sin las estrellas. Vino finalmente la disolución grancolombiana y Venezuela, bajo el Gobierno de Páez, se reafirma como país independiente  y adopta la bandera  primigenia, la cual entre 1830  y 1930, es decir, durante un siglo, sufre variaciones llegando a ser la bandera de nuestros días: Amarillo, Azul, y Rojo, con siete estrellas blancas colocadas en arco  sobre la franja azul.

Los Gobiernos que ha tenido Venezuela después de la disolución de la Gran Colombia han olvidado el decreto del Libertador que repara una injusticia histórica contra Guayana, que fue a fin de cuentas el baluarte más importante de la Independencia.

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