6 de noviembre de 1795.
Su Majestad el Rey Carlos IV ordena la creación de un Escudo que simbolice la
importancia que la Provincia de Guayana tiene de por sí y para su Reino. Es decir, un escudo donde se enfaticen sus
atributos más sobresalientes y los cuales al ser recibido por el Gobernador de
la colonia, Luis Antonio Gil, quedaron descritos así: ““El tamaño del Escudo tiene de
alto 1,70 metros de altura por 72 centímetros
de ancho, adornado con ramazones de sinople, que representa en heráldica
honra, amistad, abundancia, cortesía, respeto y posesión. Lo corona un
primoroso yelmo dorado, con la viscera calada, de gules y amarillo;
representando aquel color magnanimidad, valor audacia, honor y victoria con
sangre. Está dividido en dos cuarteles en campo azur, como emblema de justicia,
perseverancia y lealtad; en el superior se ve un navío de 24 cañones por banda,
con velas desplegadas y sueltos al aire los matices de la bandera de Castilla
en el palo de mesana, y en el campo inferior: tres piñas de oro, comos símbolo
de clemencia, de hermosura, de soberanía, de amor, de prosperidad y de
constancia. Alrededor de ese escudo se lee en orla de plata la siguiente
inscripción latina “Haud ulli spectaberis impar dives opum vaiarum” (no
encontrarán otra de más variada riqueza) cuyos extremos descansan sobre dos
caciques armados, quienes, a su vez, tienen bajo sus plantas sendos caimanes”
Por
decisión de las Cortes Generales y Extraordinarias de España, a la ciudad le
fue concedida el 6 de febrero de 1812 “la gracia de que al escudo de las armas
pueda agregar por adorno los trofeos de cañones, balas, fusiles, banderas y
demás insignias militares, que sirvan para representar las que los leales
guayaneses cogieron a los rebeldes de Nueva Barcelona en la acción del 5 de
septiembre de 1811”.
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