17 de Noviembre de 1892.
Nació en Ciudad Bolívar el rapsoda Alejandro Vargas, músico, cantor y autor de
numerosas piezas de corte popular, algunas de ellas, si se mantienen vigentes
en el alma popular como hasta ahora, podrían al cabo de cincuenta años engrosar
el repertorio folclórico guayanés.
En
La Capotera, Calle Peñalver hoy, nació el hijo de Julia Vargas y el albañil trinitario Luis Batista y
terminó crecer y formarse en la calle Los Culíes después que la crecida del 43
arrasó prácticamente con La Capotera donde se alojaban los constructores que no pudieron contener con el dique de La
Carioca el desbordamiento del Río Padre de todos los ríos de Venezuela.
Desde
temprana edad, Alejandro incursionó en la pesquería, especialmente en la
temporada de agosto. Este oficio lo
alternaba con el de pintor de brocha gorda y cuando no con el de vendedor de
frutas y chinchorros de moriche. De sus
vivencias de pescador parte su guasa la Zapoara compuesta en 1947 y sólo
superada nacionalmente por el merengue del margariteño Francisco Carreño.
Lo
de músico nunca supo por donde le venía y con los serenateros de su tiempo
aprendió a combinar estilo y ritmo propios los sonidos de su guitarra,
aprovechando su excelente voz de tenor.
Era
un autodidacta de la música, la composición y el canto. No tuvo maestros y lo que aprendió se lo
debía a su buen oído, a su habilidad y gran constancia.. El Cuarteto Contrapunto lo hizo trascender
con sus famosos aguinaldos La Barca de Oro y la Casta Paloma que no dejan de
sonar durante los festivo días de la Navidad y Año Nuevo.
Alejandro
Vargas al final murió estrangulado por la artritis que lentamente fue apagando
su voz y su guitarra. El negro alto y
sereno se pasó la vida en comparsas y parrandas, ofreciendo serenatas y
cantando aguinaldos, pero desde el primer percance que malogró su voz, abrigaba
temor por la soledad y la muerte: Cuando yo me muera / quien me irá a llorar /
sólo las campanas / de la catedral.
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