17 de junio de 1053. Falleció en Caracas donde transcurrieron los últimos años de su vida, la poeta y periodista Concepción Acevedo de Taylhardat, casi centenaria, pero muy lúcida esta mujer nacida en la Villa de San Antonio de Upata en 1855. Se distinguió en el mundo de las letras como poetisa, docente y periodista, en un tiempo en que la incorporación de la mujer a los ofrecimientos de la vida moderna actual, se veía prácticamente vedada y como si no fuese suficiente esta mujer sin proponérselo, rompió la barrera de la longevidad pues vivió 98 años y resulta ser ahora, mediante verificación histórica, la primera venezolana que incursionó en la vida del periodismo literario con una publicación propia. Ese camino habrá de seguirlo más tarde su sobrina, Anita Acevedo Castro con su quincenario El Alba que circuló en Upata durante veinte años.
Contrajo matrimonio con el francés Raúl Lefranc de Taylhardat, poeta y oficial retirado del ejército galo. Luego se trasladó a Ciudad Bolívar cuando tenía entonces 21 años, donde encontró clima y mejores posibilidades para dar rienda suelta no sólo a su vocación literaria, sino para ejercer la docencia y cumplir con la misión de su madre.
Nacieron en la antigua Angostura del Orinoco: Leopoldo Augusto, Gustavo Adolfo y Carlos Alberto.A la edad de 35 años y tras la muerte de su esposo, se radicó en Caracas, con mejores perspectivas, para consolidar su carrera de docente en calidad de Inspectora de Escuelas, cargo que le asignó el Presidente de la República Raimundo Anduela Palacios por sugerencia de la Primera Dama, quien conocía a Concepción a través de su libro Flores del alma publicado en Ciudad Bolívar en 1888 y que la enmarca dentro de la corriente parnasiana.
En la Caracas de 1890 pudo también continuar su trabajo iniciado en Ciudad Bolívar en el periódico literario de Brisas del Orinoco (1885), el primero fundado y dirigido en Venezuela por una mujer. En él firma sus columnas con el seudónimo de <<Rebeca>>.
En Caracas publica su segundo volumen en versos Arpegios y funda dos semanarios literarios: El Avila en 1891 y La Lira que sostuvo con devota pasión literaria, desde 1895 hasta 1928 y en el cual colaboraron Andrés Mata y Luis Urbaneja Achepohl, entre otras glorias de las letras venezolanas.
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