4 de Enero de 1604. Fernando de Berrío y Oruña, heredero de la
Gobernación de la Provincia de Guayana desde la muerte de su padre en 1598,
informa al Rey sobre sus últimas exploraciones y le plantea una vez más las
penalidades de la población sin que por
nada lleguen auxilios de Caracas ni de Nueva Andalucía.
Fernando no
hacía sino adelantar la justificación de lo que haría o venía haciendo con los
barcos mercantes de bandera holandesa no obstante prohibiciones estrictas al
respecto. Era que Don Antonio no le
había dejado a su hijo una provincia próspera, aunque sí muy grande en
extensión, despoblada y llena de vicisitudes, pero Fernando, aunque muy joven, -14 años- tenía fuerza y voluntad para sacar
adelante aquel villorio de ciudad. Y lo
logró, pero burlando mandatos reales que impedían el comercio de contrabando y
el tráfico de indios capturados por mercaderes holandeses en Barima. . de esa
manera pudo introducir las primeras reses desde San Sebastián de los Reyes y
fomentar la siembra del tabaco, de gran demanda y comercio con los holandeses.
A
conocimiento del Consejo de Indias llegaron por vía de Santa Fe de Bogotá sus
ilícitas transacciones que al final le costó al joven Gobernador de la
provincia un juicio de residencia y como corolario el castigo de perder su
heredado Gobierno, el cual quedó en 1612 en manos de su propio Juez Sancho de
Alquiza, quien venía de ser Gobernador de la provincia de Venezuela.
Sancho
de Alquiza lo halló responsable de 38 faltas, entre las cuales destacaban sus
negocios nada lícitos con los holandeses del Esequibo en los que se mezclaban
el comercio del tabaco con la captura y venta de indios.
A
cambio de indios y tabaco, los holandeses suministraban a Santo Tomás toda
clase de artículos y mercancías. Esto era ilícito porque de acuerdo con las
leyes del Consejo de Indias no se podía comerciar sino con las propias colonias
españolas y esto hacía muy difícil la vida de Santo Tomás de la Guayana que
entonces contaba con un centenar de vecinos.
Pero
don Fernando, inconforme, se fue a España a poner en claro su actuación ante la
Corte, lo que logró cuando ya Sancho de Alquiza, cumplido un mandato de dos
años, había sido sustituido por Diego Palomeque de Acuña.
De
manera que para poder reconstituirse de por vida como Gobernador de Santo Tomé de la Guayana, debía aguardar que
Palomeque de Acuña cumpliera su período de cuatro años. Eso se propuso de
vuelta, pero residenciado en y a la orden del gobernador del Nuevo Reino de
Granada.
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