jueves, 20 de junio de 2013

Obispo José Manuel Arroyo y Niño


20 de junio de 1856. El quinto Obispo de la Diócesis de Guayana, doctor José Manuel Arroyo y Niño, fue preconizado por el Papa Pío IX el 20 junio de 1856 y su consagración tuvo lugar en Caracas por el Arzobispo Silvestre Guevara y Lira. Se posesionó de la Diócesis el 14 de julio de 1857.
            Nacido en Carora, Estado Lara, el 9 de abril de 1814, hijo de José Julián Arroyo y de María Rosalía Niño Ladrón de Guevara.  Realizó sus primeros estudios en su ciudad natal y luego pasó a la Universidad Central donde se graduó  de doctor en Teología.  En la misma universidad ejerció las cátedras de filosofía y teología.  Actuó como sacerdote en las poblaciones de Turmero, Maracay, Cagua y Santa Cruz y en 1843 se le dio en propiedad el curato de San Agustín de Guacara.
En 1845 se le trasladó a Valencia como Vicerrector del Colegio Nacional y posteriormente pasó a ser  Rector del Seminario de Caracas.  Antes de ser postulado para ocupar la silla de la Diócesis de Guayana, se desempeñaba como Canónigo de la Catedral caraqueña.
            La Diócesis de su gobierno estaba bien provista de sacerdotes y con reservas en el Seminario de Caracas, pero 18 meses después cuando estalló la Guerra Federal en Coro con repercusiones en toda Venezuela, el Clero comenzó a debilitarse por los continuos alzamientos en los pueblos de la jurisdicción y por la eliminación de los 2 mil pesos que asignaba el Estado para los estudiantes seminaristas. Monseñor Arroyo pensó entonces en la creación de un Seminario en la capital de la Diócesis y logro que el Congreso Nacional lo decretara el 21 de mayo de 1867, pero dificultades económicas y de otra índole lo impidieron. No será sino en 1830 ya bajo el obispado de Monseñor Mejía cuando este viejo y ansiado sueño del episcopado materializará.
            Sin embargo, el Obispo pudo amasar algunos recursos para la construcción de la Capilla de San Isidro y La Trinidad, más los Templos de Maturín, Soledad, San Diego de Cabruta, Pozuelos, Caicara de Orinoco, San Joaquín y El Chaparro, además de reparar otros existentes. Asimismo canceló la hipoteca de 2 mil pesos que pesaba sobre la Casa Episcopal.
           

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