sábado, 8 de diciembre de 2012

Los 26 días de Humboldt en Angostura


 10 de julio de 1800.  Alejandro de Humboldt y Amadeo Bonpand, tras 26 días de permanencia en Angostura tratando de salvarse de una fiebre maligna de la que no pudo escapar el indio Carlos Delpino, compañero de viaje, se despidieron de la capital de Guayana, escala penúltima de un periplo que comenzó por Cumaná o Nueva Andalucía y se extendió por las misiones de los Chaimas, Caripe, Cueva del Guácharo, La Guaira,  Caracas, Los Teques, la Victoria, valles de Aragua, Lago de Valencia, fuentes termales de Mariara, Villa de Cura, los Llanos, Calabozo  San Fernando  el Orinoco, el Atabapo, Río Negro y Casiquiare
Los ilustres viajeros al dejar Angostura, cruzaron el Orinoco por la noche, pernoctaron en el fortín San Rafael de Soledad y temprano montaron en mulos que trotaron hasta Nueva Barcelona y Cumaná, donde pensaban encontrar un barco que los llevara a la isla de Cuba con su valioso cargamento de instrumentos, anotaciones científicas, textos de consultas y muestras recolectadas. Faltaba en aquel viaje de retorno para cerrar el periplo por tierra venezolana, Carlos del Pino, el indio guaikeri que recogieron frente a la Isla de Coche cuando a bordo de “el Pizarro” se dirigían a Cumaná.
Carlos del Pino los acompañó y ayudó plenamente a lo largo de todo el recorrido científico, expuesto al sol, a la lluvia, a las inclemencias de la selva y del tiempo hasta rendir su vida en Angostura como tributo de un viaje que hace época en la historia de la investigación científica y que fue pródigo en descubrimientos.
            Después de Angostura, Alejandro de Humboldt y Aimé Bonpland embarcaron para La Habana, y luego se dirigieron a Cartagena de Indias; desde donde remontaron el Magdalena, llegando hasta el Ecuador y Perú. Ascendieron el Chimborazo a donde años después llegaría Bolívar a soñar la libertad de América. En 1803 visitaron México y por Washington y Filadelfia llegaron a Nueva York, donde embarcaron para Burdeos con sus ricas colecciones que hoy son orgullo de los museos de París y Berlín.

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