lunes, 24 de diciembre de 2012

El Colegio Nacional de Guayana


24 de junio de 1840. Quedó oficialmente instalado el Colegio Nacional de Guayana que había sido decretado por el Gobierno de la Gran Colombia y ratificado mediante reformulación de la ley por el Gobierno de José Antonio Páez en 1834, ya separada Venezuela de la antigua República creada por el Libertador.
No obstante que el Colegio fue objeto de un nuevo decreto en 1834, no pudo instalarse sino el 24 de junio de 1840, seis años después,  que una Junta de Rentas  logró reconstruir el edificio que se hallaba en muy malas condiciones y asegurar ingresos fundamentados, principalmente en las rentas que le producían los arrendamientos de los terrenos para hatos de las antiguas Misiones del Caroní que el Gobierno Nacional había adjudicado al Colegio para su usufructo.
            Los catedráticos que el Colegio requería no fue posible lograrlos en Caracas ni en otras partes del país. Los académicos parecían temerles a una ciudad tan cerca de la selva y consecuencialmente amenazada por zoonosis como el paludismo y la fiebre amarilla, por lo cual hubo que echar mano de los recursos habidos entre los vecinos de la misma ciudad.
El Gobierno había destinado inicialmente como sede del Colegio el Hospicio de los Padres Observantes (El Convento) que por estar en las afueras de la ciudad resultó inconveniente. En atención a un pedimento de los angostureños, el Gobierno central acordó permutar a la Diócesis el Convento por la casa de los Jesuitas o “del Gobierno” como identificaban al inmueble donde se había reunido el Congreso de Angostura y el cual pertenecía a la Diócesis. El avalúo del Convento fue de 26.243,49 pesos y el de la Casa de los Jesuitas, 12.715,37 pesos.
De manera que el Colegio arrancó sin Rector. Sólo con el catedrático de castellano, Andrés Eusebio Level de Goda, hijo del primer Rector del Colegio de Cumaná, haciendo las veces de Vicerrector, el catedrático de latinidad, Pbro. Rafael Cortés y 30 estudiantes. El Colegio no tuvo Rector sino a partir de 1842 cuando el Gobierno logró contratar al catedrático Elías de Valenzuela, quien inició el curso de filosofía previsto para completar la secundaria.


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