9 de julio de 1966. Tomó posesión en calidad de segundo Arzobispo de Ciudad Bolívar, Monseñor Crisanto Mata Cova. Había sido nombrado el 30 de abril y venía de ejercer el obispado de la Diócesis de Cumaná.
Hagamos bien a todos, proclamó al posesionarse de su nueva jerarquía eclesiástica Entonces fue objeto de un homenaje de los bolivarenses, materializado en la Asamblea Legislativa presidida por el diputado Roger González. El poeta José Sánchez Negrón pronunció las palabras de bienvenida y también las de despedida para Monseñor Tomas Gómez Márquez, Administrador de la Diócesis por ausencia del titular Monseñor Juan José Bernal, a quien se le había asignado la diócesis de Miranda
Gobernó la Arquidiócesis de Ciudad Bolívar durante veinte años. En agosto de 1986 la dejó tras haber renunciado por cuestiones de salud. Le había llegado la jubilación antes del límite de edad que son 75. Monseñor entonces tenía 73 y quiso volver a su lejano y montañoso pueblo carupanero de San José de Areocuar. A él se le debe la reconstrucción y restauración de la Catedral de Ciudad Bolívar conforme a los planos originales hallados en los archivos de Indias, la organización del Archivo y Biblioteca del arzobispado, la Iglesia del Perú, el Colegio Cristo Rey y obras de acción social con los indios Panare en el Cuchivero y en Barrios de la Ciudad como Virgen del Valle.
Guayana, tan inmensa y en constante y violento crecimiento demográfico a causa del desarrollo minero, hidrorelectrico e industrial, se le escapaba de las manos y para aliviarle la carga el Papa le asignó obispos auxiliares. Inicialmente Monseñor Francisco de Guruceaga y luego Jesús Núñez Viloria. El primero electo luego Obispo de la Diócesis de Margarita y el segundo, Obispo de Ciudad Guayana en 1986.
El 14 de diciembre de 1982, el Consejo Municipal de Heres, entonces presidido por la concejala Doris Rosales, declaró a Monseñor Mata Cova, Hijo Ilustre de Ciudad Bolívar. La proposición en sesión ordinaria anterior había sido presentada por el doctor Elías Ynaty, a quien le tocó en la sesión solemne pronunciar el discurso de orden, exaltando la personalidad, vocación sacerdotal y sensibilidad social del Arzobispo.
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