4 de Octubre de 1817. Bolívar le escribe al General José Francisco Bermúdez para que vuele y se encargue del mando de la provincia de Cumaná a fin de acabar de una vez con el resto de los elementos sediciosos estimulados por el General Piar.
La carta dice lo siguiente: “Mi querido General y amigo: De la correspondencia oficial para U, de ayer, he dispuesto que se le dirija hoy un duplicado, que irá con esta carta.
Se impondrá U, por aquella, que he encontrado muy conveniente para el servicio y urgente para la seguridad del Gobierno, que U. marche a Maturín, y que volando se encargue del mando de la provincia de Cumaná, en donde acabará de conjurar los elementos de sedición y de guerra civil, obras, como U. sabe, del General Piar
Desde que este llegó a esta, fue sometido a la autoridad competente y se abrió su causa que sentenciara el Consejo de guerra conforme a las leyes vigentes.
Piar debió haberse sometido, sin seguir armado, cuando vio de bulto que el país, ni el ejército seguían el crimen. Habría tal vez, ameritado el perdón pacífico del Gobierno; le seguiría el General Mariño, y quedando así sofocada la sedición acaso hubiera caído un velo sobre todo.
Mi deseo particular, privado, es ahora que el Consejo pueda conciliar el rigor de la ley y el crédito del Gobierno con los merecimientos del reo. Escogeré para el Consejo de guerra, de entre los oficiales generales con las cualidades que quiere la ley, aquellos que yo sepa que no tienen motivos de resentimientos con Piar. Brion, su paisano y su más intimo amigo, será el Presidente y en los demás vocales se encontrarán criaturas de aquel.
Ojalá que si el Consejo aplica la pena mayor; me abra camino, camino claro para la conmutación; y que el ejército ó los cuerpos más cercanos y de la Capital, por sus órganos naturales, la pidan sin separarse de la disciplina. Entonces, la responsabilidad del perdón, si este fuere indiscreto, lo compartiremos los que estamos levantando y sosteniendo el edificio de la Republica.
Sofocada la sedición, sometidos o castigados de alguna manera los culpables, la vindicta pública estará satisfecha; se vigorizarán la disciplina y obediencia del ejercito; nuestros enemigos del extranjero no tacharán nuestra obra de falta de autoridad; y los malvados godos se encontrarán sin base para culminarlos; no dirán “que somos una horda de vagabundos.”
Qué más tengo que decirle? Lo demás que no es de una carta privada lo encontrará U. en la correspondencia oficial. Vuelvo a recomendarle prontitud en encargarse del mando de Cumaná. Adiós general y amigo. Soy siempre su afectísimo amigo, Bolívar.
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