lunes, 23 de diciembre de 2013

Guasina y Sacupana

23 de diciembre de 1954  Llego a Ciudad Bolívar en horas de la tarde el Vapor Guayana transportando 198 presos políticos que el régimen del General Marcos Pérez Jiménez mantenía aislados en las deltanas islas de Guasina y Sacupana..
Estos presos debían ser internados en la Cárcel Modelo de Vista Hermosa en Ciudad Bolívar, recién inaugurada para desocupar la vieja Cárcel Colonial en pleno corazón de la ciudad, entre el Paseo  Orinoco y la calle Igualdad. Surto en el Puerto de Ciudad Bolívar quedó el vapor aguardando la noche para atracar en los muelles de la Capitanía de Puerto en donde en varias camionetas los presos fueron trasladados.
Días después, graneados le fueron dando la libertad y a los considerados de temer, entre ellos, José Martín Pozo, José de los Santos Gómez, Alberto Nieves, José Marcano Rodríguez y Cesar Octavio Rojas, permanecieron hasta el 22 de diciembre de 1955 que fueron expulsados a México a través de la  Isla de Cuba. Allí permanecieron hasta la caída del dictador en enero de 1958 que volvieron a Venezuela para incursionar en la vida democrática, breve tiempo, pues a poco se desató la guerra  de guerrillas contra el gobierno constitucional de Rómulo Betancourt, donde se vio envuelta la gente de izquierda de AD- MIR y del PCV, entre quienes estaba  Cesar Octavio Rojas. Este se deshizo temprano de la situación dado que su contacto, Gregorio Mendoza, se lanzó  o lo lanzaron desde el último piso del edificio de la Digepol en la California. Un amigo upatense se lo trajo a Guayana para trabajar en las Minas del Merey y desde entonces se quedó guayanés este barcelonés con su mexicana esposa Lupita Cárdenas y tres hijas. Desde los 60 se olvidó de la política y subsistió a fuerza de trabajar muy duro él y su mujer, ya como empírico boticario, profesor de inglés, agente de turismo y como posadero en el Crucero de San Francisco de la Paragua, cerca de los silos CVG, en donde le fue relativamente bien, sin quejarse, no obstante una incipiente sordera que le impedía oír los ruidos de una Venezuela que ya ha olvidado a esa Guasina y Sacupana.





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