Primero de septiembre de 1591. El Gobernador y Capitán de la Provincia de Guayana, el segoviano don Antonio de Berrío baja el río Orinoco hasta Trinidad al final de su tercera expedición por el Orinoco desde Cartagena de Indias en busca de la herencia que por manda testamentaria le había dejado su tío político, Gonzalo Jiménez de Quesada, fundador de Bogotá.
Berrío se hallaba en el Caroní, en las tierras del Cacique Morequito, aguardando los socorros del Gobierno de la isla de Margarita, pero como transcurrían cinco meses y el auxilio no llegaba, Berrío, antes de que se le agotaran las municiones y se agravaran los 35 soldados que le quedaban, pues se hallaban casi todos débiles y enfermos, decidió bajar el Orinoco hasta Trinidad, que tanto le importaba ver y reconocer. Entró en ella el primero de septiembre de 1591 y permaneció allí durante veinte días. Halló que la tierra era buena, habitada por naturales muy domésticos, y apreció claramente que si no se poblaba de españoles aquella isla sería imposible penetrar la Guayana. Y habiendo visto y entendido lo dicho siguió navegando hasta Margarita y cuando llegó a la isla se enteró de que un Capitán Fajardo, con 35 soldados, despachado en su auxilio por el gobernador, hacía siete días que había salido en su busca y llegado hasta las propias tierras de Morequito, donde le atendieron holgadamente, pero en pago por el hospedaje, el muy ingrato robó las casas y hurtó trescientas indígenas que entonces se vendían como los negros.
Berrío se quejó y Fajardo apenas estuvo preso dos días. El Gobernador de Margarita, Juan Sarmiento de Villandrando, terminó no congeniando con Berrío, por lo que éste pidió ayuda a Diego de Osorio, Gobernador de Venezuela, a través de Domingo de Vera e Ibargoyen, diligente personaje que había conocido en la isla y a quien nombró su Maestro de Campo. Por otro lado envió a Cartagena a su hijo Fernando en solicitud de nuevos recursos para poder continuar la dura y costosa empresa doradista. Osorio le envió treinta soldados españoles con los cuales completó ochenta, sumados los que le quedaban de la expedición más otros reclutados en la propia isla. Con ellos se propuso iniciar el poblamiento de Guayana comenzando por Trinidad, de la cual tomó posesión en 1592 y a través de su lugar teniente, Domingo de Vera e Ibargoyen fundó en la parte norte a San José de Oruña.
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