15 de febrero de 1819. Se instaló en la ciudad entonces llamada
Angostura, el segundo Congreso constituyente de la República de Venezuela,
convocado por el Libertador después de su fracasada campaña del centro.
En aquel célebre Congreso presidido por el licenciado
Francisco Antonio Zea, el Jefe Supremo pronunció un discurso depositando su
mandato en la soberanía de los delegados del pueblo y esbozando para la patria
en guerra una nueva Constitución o auténtica organización política, inspirada
de manera ecléctica en la de otras naciones civilizadas del mundo.
El propósito
del Jefe Supremo era despertar la confianza y atraer la simpatía de las
naciones extranjeras que dudaban de las ideas de los patriotas y al mismo
tiempo echar las bases de una estructura política que sirviese de apoyo a las
futuras campañas que habrían de venir para librar a Venezuela y el resto de la
América del coloniaje peninsular.
El 15 de
febrero de 1819, a las once de la mañana,
en la venerable casona de siete ventanas, frente a la Plaza Bolívar y la
Catedral, se reunieron inicialmente 29 diputados, representantes de las
provincias venezolanas en ese momento libres, para recibir el Poder Supremo y
deliberar sobre los destinos de un nuevo Estado.
“Dichoso el
ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando ha convocado la soberanía
nacional para que ejerza su voluntad absoluta”, empezó diciendo el Libertador
en su mensaje al Congreso de Angostura.
Luego de una serie de consideraciones propuso una Constitución como
fundamento de un gobierno popular, eminentemente justo, eminentemente moral,
enemigo de la corrupción, la anarquía y la culpa, un gobierno para la paz, la
igualdad y la libertad.
Más que un
simple discurso, el mensaje del Libertador al Congreso de Angostura, ha sido
considerado como una gran pieza de filosofía política con la que sepultó a sus
enemigos e infirió un golpe mortal al poderío de España. Desde Angostura, Bolívar partió entonces
seguro hacia la libertad de América. (AF)